lunes, 19 de marzo de 2012

Día 182: El día que cogieron antes al cojo que al mentiroso



Mentir gratuitamente es divertido, tanto como llamar diario a algo que no es diario, (ni tan siquiera semanal; es más, sin periodicidad alguna, a algo puramente esporádico).
Pero que no te pillen. Cuando se destapa una mentira suele perder la gracia (siempre y cuando no sea una mentira trampa, de esas en las que la esencia reside en que se descubra la verdad).

Miente bien.
Miénteme.
Dime que me quieres.
Cree que te quiero.
Quiere que te crea.
Creo que te quiero.
Quiero que me creas.
Pero, más aún, quiero creerte.
Aunque para creerte me tienes que mentir.
Mentir es vivir.
Vivir sin vivir.
Vivir de mentira.

No todas las mentiras piadosas son indoloras, de la misma manera que hay verdades que duelen y hay verdades que no.

Que no.
Que no quiero creer que quiero que no quieres que te quiera.
Porque te quiero más de lo que quiero.
Y por eso te miento.
Y por eso te digo que no te quiero.
Porque te quiero.
¿Y tú, me quieres?

Y así terminó el día en que el mentiroso corrió más que el cojo.

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