jueves, 20 de octubre de 2011

Día 31: Mis apuntes se han comido a mi perro



Excusas, excusas y más excusas. Todo son excusas, siempre. Y las excusas no son más que mentiras que sirven para evitar algo. Cierto es que no todas son del mismo tipo. 

Las hay inocentes, como la de "Mi perro se comió los deberes" (muy usada desde principios de los 80 en los colegios de todo el mundo, gracias al ilustre personaje conocido como Jaimito). 

Otras son de índole egoísta, como puede ser la de "Lo siento, no fumo", utilizada cuando no te apetece dar un cigarro al gorrón de turno. 

Las hay también de carácter sexual, usadas en mayor medida por el género femenino, desde que en el año 40 a.C. -aproximadamente- Cleopatra le dijera a Marco Antonio aquella famosa frase de "Lo siento cariño, pero hoy me duele la cabeza". 

Distintas son las de la vaguería, aquellas que son empleadas para no hacer algún esfuerzo, como puede ser la de "Jefe, no puedo ir a trabajar, estoy enfermo". 

Otro es el caso de las excusas locas, como la que ocupa el título aquí presente, la de "Mis apuntes se han comido a mi perro" (frase que siempre quise decir, pero nunca tuve perro), carente de sentido en toda su extensión. 

Pero, sin lugar a dudas, las peores son aquellas que atañen a los sentimientos, que pueden llegar a convertirse hasta en crueles y muy conocidas por todos. Éstas se dan, muy frecuentemente, en rupturas... "No podemos seguir juntos, te tengo mucho cariño, pero ya no siento lo mismo", "No eres tú, soy yo", "Quiero tener un tiempo para mí sola, quizá en unos meses...", etc...



 Pues bien, damas y caballeros, siento tener que ser yo quien se lo diga (repita, pues lo dije unas líneas más arriba) pero las excusas son mentiras, y duelen. Reconozco que es todo un arte (como casi todos los tipos de mentira existentes) y que las hay de lo más variopintas y originales, pero a nadie nos gusta que nos las den. Como tampoco gusta que nos den largas (no confundir con las largas de los vehículos, las cuales tampoco gustan pero no son las que aquí nos atañen).

A modo de conclusión, diré que no sé por qué escribo sobre esto, pues poner excusas es algo que hago muy frecuentemente (¿Quién no? Que tire la primera piedra... ten cuidado no vayas a cargarte el ordenador), y sin las cuales tendría que hacer cientos de cosas que no me apetecen un carajo. Supongo que será debido a lo mucho que me molesta (es más que molesto, me jode) que me las pongan cuando quiero hacer algo o espero algo de alguien.


Querido lector, si has llegado a leer hasta aquí, reciba mi mas sentido aplauso. Pues leer estas gilipolleces indica su alto grado de aburrimiento (el cual dudo sea superior al mío) o de locura (con lo cual, debería hacérselo mirar con urgencia). 

3 comentarios:

A Solas Con Lucía dijo...

ah, encima me llamas, loca y aburrida. No eh? por ahí no jajajaja ese no es el camino sr mentiroso!! aunque bueno... quizá sienta por el lector una profunda admiración y sus insultos sean todos mentira... ;)
Muaka!

Mentiroso compulsivo dijo...

Nunca se sabe, ¿no? Puede que sea ambas cosas... puede que admire el aburrimiento y la locura...

Anónimo dijo...

estas como un cencerro, olé tú