miércoles, 8 de febrero de 2012

Día 142: Sombras que juegan malas pasadas



Si hay alguien acostumbrado a mentir es tu propia sombra, ya que es difícil que sea dos veces exactamente igual. El más leve movimiento le hace cambiar, para bien o para mal, y convertirse en otra distinta.

Tu sombra, mi sombra, su sombra, nuestras sombras, las vuestras o las de ellos, da igual, todas cambian, y no se puede impedir. Ni yo puedo, ni tu puedes, ni el ni ella pueden, ni nosotros podemos, ni vosotros podéis, ni mucho menos ellos pueden.

Sé que es absurdo hablar de sombras, pero, llegados a este punto, me da igual.
No confíes en tu sombra, pues cada vez que pueda huirá de ti.
Déjala marchar, al fin y al cabo, acabará volviendo a ti, pues sin ti no es nada.
Ser la sombra de nada es ser oscuridad, y ser oscuridad es no ser nada. 
Nada no existe, porque nada no es, así que nadando vine y nadando me voy.


"Amaneció sin querer, y con la luz fuimos dos sombras..."